Puskás Ferenc Labdarúgó Akadémia

Felcsút es una comunidad de 1.800 habitantes en el valle de Váli, a 40km al oeste de Budapest. Desde 2004 la ciudad acoge el mayor centro académico para jóvenes futbolistas del país, una institución que en 2006 cogió el nombre de una de las mayores leyendas del fútbol, el campeón olímpico y europeo Ferenc Puskás.

Ferenc Puskás fue el capitán de los “Fabulosos Húngaros”, un equipo conocido por el famoso 6-3 que endosó a Inglaterra en Wembley en 1953 en lo que se conoció como “el partido del siglo”. Después, emigró a España donde deleitó con su juego durante 10 años en el Real Madrid con quien ganó tres veces la copa de Europa y cuatro veces el trofeo de máximo goleador. Jugó en todos los continentes, de Australia a Chile, de Canadá a Arabia Saudí y siempre fue reconocido por su amable y generoso carácter. Pancho, llamado así por sus compañeros del Real Madrid, tenía un talento especial por identificar jóvenes jugadores y es por esto que la Academia de Fútbol de Felcsut encontró el motivo ideal para dar a sus instalaciones el nombre del genial futbolista

El primer edificio terminado de este complejo fue el dormitorio, una reconstrucción de la residencia de un aristócrata local realizada bajo los designios y diseños de Imre Makovecz, figura central de la denominada arquitectura orgánica húngara. Esos mismos planteamientos fueron trasladados al resto de las obras después de su fallecimiento por Tamás Dobrosi, arquitecto alumno del maestro, que no varió ni un ápice su idea: siguió con el centro médico, pasó a la cantina y finalmente al resto de la academia, estadio incluido.

La idea de tener un estadio cubierto surgió después de haber completado la construcción de 8 campos de hierba artificial; los gestores de la academia pensaron un poco más a lo grande y decidieron construir un campo de categoría UEFA III con el fin de que pudiese albergar partidos de la liga húngara, torneos juveniles y también competiciones europeas hasta su segunda ronda de calificación. Pero en contraposición a los complejos gigantes de la primera parte del siglo pasado, algunos de los cuales podrían albergar a más de 100.000 personas, la tendencia existente apuntaba hacia centros deportivos más pequeños pero mucho más eficientes.

La propiedad estaba totalmente convencida en seguir aplicando el concepto de la arquitectura orgánica húngara a todo su territorio. Quería construir una pieza de arquitectura que llamase la atención y que se pudiese convertir en una marca claramente identificable incluso cuando se le comparase con otros estadios internacionales. Así se explica que el uso de materiales especiales y poco comunes no fuese un mero capricho sino un requisito expreso; como esos pilares enormes de hormigón reforzado desde los que brotan manojos de madera que se van abriendo conforme se alzan para quedar desplegados como hojas de palmera que cubren toda la superficies y sostienen la cubierta. Así, el concepto que descansaba debajo de esta filosofía era crear una estructura, que además de única y excepcional por lo ya mencionado, aprovechase el movimiento racional que imperaba en la arquitectura húngara y lo integrase en un estadio con formas más complejas e innovadoras.

Ascénder ha participado también en el considerado por muchos como uno de los estadios más bonitos y singulares del mundo; 250 butacas Eloisse instaladas en el auditorio de la academia. Para esta particular obra el arquitecto seleccionó una butaca con acabados de madera en todos sus componentes; respaldo, brazo y costados están barnizados en un color de barniz igual al de la estructura del edificio como no podría ser de otra manera. Otras características especiales de estas butacas son el sistema de fijación oculto de los costados y la ausencia de tornillos de fijación en los tableros de asiento y respaldo; las fundas se realizaron con doble pespunte y el asiento incorpora un sistema de abatimiento silencioso.